Wednesday, August 17, 2016

Conversaciones robadas IV: La agresividad

Una señora a otra.
-Primera señora: "Oye, ¿de qué color es tu vestido?".
-Segunda señora: (No contesta)
-Primera señora: "¿De qué color es tu vestido?"
-Segunda señora: (Silencio)
-Primera señora: (Con agresividad y gritando) "¡¿No me oyes?! ¡Te estoy preguntando de qué color es tu vestido!".
(Por los clavos de Cristo, ya quiero saber de qué color es su vestido. No entiendo esos silencios a una pregunta tan elemental. Me levanto de la silla y me asomo por la ventana para ver de qué color es su vestido)
-Segunda señora: (Enfadada, balbucea) "¡Qu-qu-qué más da de qué color es mi vestido! ¡Me gusta y punto!".
(Deriva la conversación en una pseudopelea. El vestido era de un color cuaternario, entre el marrón y el gris. De ahí deduzco su dificultad para expresar el color. No era simplemente marrón, tampoco pudiera decirse que fuera gris)


Otro día, llega un coche con un remolque y aparca en la calle que sólo se puede parar cinco minutos. Estaciona el coche de una manera que bloquea el acceso al domicilio del vecino. Si bien es cierto que tiene la cortesía de dejar unos centímetros para que salga el propietario de medio lado y haciendo acrobacias; también es cierto que no puede salir. Se trata de tres personas mayores que caminan con dificultad. Los tres están en el quicio de la puerta de su casa y ven que este tipo los ha bloqueado. No iban a ninguna parte. Simplemente, ocupan el día saliendo y entrando, paseando calle arriba, calle abajo. El conductor y su copiloto parecen padre e hijo, los propietarios bloqueados en su casa delante de sus narices van de los setenta y pico a los ochenta y pico.
Estos últimos se manifiestan tímidamente:
-"Oooye...  has dejado el coche de una manera que no podemos salir...".
Una persona normal, se hubiera metido en el coche y lo hubiera desplazado un par de metros para bloquear un portal cuyo inquilino no esté presente. Pero, sin embargo, ¿qué hicieron?
-El conductor cincuentón: "¿Qué pasa? ¿Es que es tuya también la acera?"
-Los setentones: "Pues no. Pero hombre, ¿no ves que no podemos salir de casa?"
-El cincuentón: (Alzando la voz) "¡Tengo derecho a parar! ¡Sólo voy a hacer un recado!"
-Los setentones: (Cabreados) "¡Pues aparca en otro sitio que está la calle vacía!"
-El cincuentón: (A gritos) "¡Cabrón, que eres un cabrón!"
-El setentón: (Indignado) "¡Y tú un bobo!"
-El cincuentón (Pasa por el costadillo del coche y lo agarra con violencia de la camisa haciendo amago de elevarlo del suelo. Todo apuntaba a que le iba a zurrar, pero finalmente, lo suelta y le dice a la señora de más de ochenta años que no había abierto la boca): "Puta".
-La octogenaria: "Puta, tu madre".
El cincuentón y su copiloto mudo se montan en el coche y se van sin hacer el recado de muy mal gas.

Qué situación tan violenta y mal rollera de rebeldes -de edad avanzada- sin causa.

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