Monday, June 13, 2016

De cómo fui a Francia y elegí a Joselito

Hacía ya seis meses que había encargado un conejo rex blanco con ojos azules en la tienda de animales más grande de Logroño. [En España se venden conejos enanos como mascota, es algo -creo- relativamente nuevo. Yo quería un conejo más grande. No hay una tradición de conejos como en Estados Unidos, Inglaterra, Francia o Suiza.] Y seguían dándome largas. No me decían que no tenían, sólo que era difícil. Ninguno de los empleados sabe lo que es un conejo rex. Después de ir cien veces, uno lo miró en Google por curiosidad. Ya era la señora loca que quería un conejo blanco con ojos azules. Después de preguntar aquí y allá en internet, llegué a la conclusión de que no venden conejos rex en España (sí mini rex), aunque, desgraciadamente, son los que están en las granjas de pieles; éstos y los de angora.
Me puse a elegir otro conejo más fácil de conseguir aquí. Después de mucho cavilar, me decidí por un leonado de Borgoña. En España hay muy pocos. Sin embargo, en Francia hay muchísimos. Estaba más cerca de Francia que de los vendedores españoles. Así fue cómo hice una excursión a la costa vasca francesa.
Qué encantador me pareció todo. Por primera vez pensé: "Jo, qué majos son los franceses". Nunca antes se me había ocurrido tal cosa. Me pareció que aquello era la vie en rose, y sería fantástico tratar con gente así en el día a día, gente educada, que no alza la voz, que incluso sonríe... Muchas veces he tratado con franceses, y por primera vez en la vida me parecían: simplemente encantadores. Sin duda pensé que se debía al contraste con mi actual entorno, que es más bien áspero, hostil. Debe ser el clima que afecta al ser humano, me dije. Aunque, sin ir más lejos, la última vez que estuve en Logroño pensé: "Qué dulce es la gente en los comercios, qué trato tan amable...". Y hace un tiempo, me hubiera partido el pecho de la risa con tal afirmación.
En la playa de San Juan de Luz no había nadie. Hacía una temperatura maravillosa, pero sólo unas intrépidas ancianas se bañaban. Pareciera que allí no trabaja nadie y se vive de lo que la naturaleza provee.
Contacté con varios vendedores de conejos y al final me decidí a visitar al que contestaba al teléfono. En las afueras de Urrugne había unas casas maravillosas, con su jardín... una paz, se palpaba bienestar y calidad de vida. [Carajo, y yo me he ido a vivir a la calle más ruidosa de un pueblo chiflado...]
Un señor de mediana edad tenía conejos, gallinas, gatos y patos. Unos pocos de cada. Demasiados para ser mascotas, pocos para sacar un rendimiento económico. Vivía con su madre, una señora muy mayor que me enseñó sus bordados con forma de lauburu, sus plantas.
Buah, cuando vi los conejos casi me caigo de culo. ¡No sabéis los tesoros que allí tenía! Una vez tuvo un conejo que ganó el primer premio de la fauve de Borgoña más bella en Francia. Los tenía separados por sexo y edad. No quise preguntar, pero me temo que se los comen. Se supone es el conejo de mejor carne. Sin embargo, se notaba que el tipo los quería un montón.
La diferencia fundamental entre los ingleses y los franceses, es que, los primeros están más por el conejo ornamental, y los estándares de belleza en concursos ponderan un peso menor. Sin embargo, los franceses, lo mismo los exhiben por su belleza que se los comen, y les gustan más los conejos gorditos.
Fueron nueve hermanos, cuatro machos y cinco hembras. Arriba los machos a los dos meses y medio de edad. Me llevé a Joselito, el tercero por la izquierda, el segundo por la derecha.

2 comments:

  1. ¡¡Joselito es el conejo más guapo del mundo!!

    Y esa zona de Francia parece super bonita. Nunca he estado.

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    1. Pensaba que sólo me lo parecía a mí...Ja, ja.

      Pues es un viaje muy grato. Te recomiendo: San Sebastián-San Juan de Luz-Biarritz-Bayona
      Está todo muy cerca.

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