Motor IV: La búsqueda

Lo del coche venía a cuento de que necesitaba encontrar casa. Al principio quería vivir en plena naturaleza, pero pronto me di cuenta de que eso casi no existe en España, porque es un país muy pequeño. El casi inexistente suelo urbano en medio del monte con el agravante de no haber luz, ni internet... Parecía todo un problema. Así que, investigué las áreas rurales e hice un poco de turismo de paso. Abajo unos libracos en el Monasterio de Yuso - donde se conserva el primer texto escrito en lengua castellana. Cada libraco pesa unos 70 kg, y está hecho con la piel de unos 33 terneros.

Casi todas las casas que vi tenían una historia semejante detrás: varios hermanos heredan casa en pueblo remoto. A nadie le interesa el tema, y mucho menos gastar dinero en arreglar nada. No llegan a ningún acuerdo. El tejado es lo primero en fallar. Grandes churretes de agua se filtran en la casa y con el paso de los años se va todo al carajo. Deciden que lo mejor es deshacerse del inmueble. Ponen un anuncio en internet que parece que venden un caserón que pa qué por cuatro perras y yo voy a verlo.

Lo mejor de esta casa era la fachada y las vistas increíbles. El edificio tenía más agujeros que un gruyere.

Antes, las tres puertas de la fachada eran iguales, con las piedras formando un arco. En los años 60 el cura del pueblo se empeñó en guardar su 600 en una de ellas, porque le parecía cómodo aparcar en la plaza del pueblo. En aquella época el cura era una autoridad y la gente hacía lo que les mandaba. Así que, destrozaron la fachada para que pudiera entrar un coche y alquilárselo por una cantidad mísera.

He observado, que como norma general que se cumple siempre: tanto las citas a ciegas como las casas, parecen mucho, pero mucho mejor en internet que en directo.