Wednesday, October 29, 2014

Provincia de Jiangxi: Jingdezhen IX

Camino de la feria, atasco monumental, la gente se impacienta, sale del coche y camina. Me dice el taxista cuando estoy a un par de kilómetros, “¿quieres ir a pie y yo me voy por esta carreterita de vuelta a la ciudad?”. ”Pues no quiero ir a pie, ya ve usted.  Llevo una maleta, hace sol, no he dormido y voy a estar ocho horas en la feria sin sentarme en ninguna silla”. En serio, allí si te cansas, te sientas en el suelo polvoriento. Hasta para comer, te sientas en el suelo, no hay sillas no hay mesas. Pero todo da igual, porque la feria de cerámica es emocionante.
Arriba, vendedores ilegales también quieren hacer dinero. La cosi-cosa que lleva debe estar para estas alturas del camino bien impregnada de polvo y CO2 de los coches, que cortará con su cuchillo oxidado en porciones
Hasta las farolas de la carretera y de la ciudad son de porcelana; tubos gigantescos. La porcelana es su orgullo: porque tengo. 
Esta mujer sabe cómo protegerse del sol, no puede esperar a llegar en coche.
La feria estaba dividida en tres pabellones de dos plantas. El “A” era el artístico e internacional, el “B” era el de los servicios de té chinos de alto copete, y en la planta superior, maquinaria y aplicaciones high-tech de la porcelana, y el “C” era el del pueblo, en el que tenía cabida la caligrafía, la pintura, los sellos, lo kitsch, y la Biblia en verso si no era cara.
Igual que el año pasado, donde menos gente había era en el pabellón “B”.
En el pabellón “A” la gente estaba completamente enloquecida, me quedé tranquila al ver que lo mío no es nada comparado con lo de los chinos, o al menos, me controlo más. Una cara de locos, unos empujones, una obsesión con posar delante de cada pieza… De repente, un campesino cogía una escultura y la elevaba por los aires como si fuera un trofeo deportivo. Y entonces, sobresaltado se acercaba el de seguridad y le decía que no se toca. Por todas partes había carteles de “No tocar”, y la gente no sólo tocaba sino que levantaba por los aires piezas de sesenta mil euros. Si no hubo daños, es sorprendente. Todas las piezas llenas de huellas de dedazos… era de dejar estupefacto a cualquiera semejante bestiario. De todos modos, me alegra el interés de los chinos por el arte, porque un día quizá compren arte masivamente. ¡Todo es empezar!, cuando se cansen de los coches, del champán francés y los Vuittones… quizá compren arte.
En el pabellón “A” había una exposición con piezas de coreanos, japoneses y chinos. Los japoneses eran los mejores, a la perfección técnica se sumaba cierto gusto  que daba ver sus esculturas. A menudo los chinos pueden hacer algo que se un hito técnico cerámico y que haga daño a los ojos. Los coreanos pocos, y vaya.
Y mis fotos son un churro, porque estaba muy, muy oscuro, lleno de gente, y venga flashazos. Todas parecen peor de lo que en realidad eran. Lo de arriba por ejemplo, era un milagro, era enorme, porcelana maciza y no se había rajado en el horno. A ver, esto no existe, es técnicamente imposible. Además, la pasta de caolín gris y blanca formaban unas rayas impecablemente alineadas.
El estampado de lo de abajo, que la sra. Puaj me dijo que era muy feo, estaba hecho a rodillo, y tenía mucha gracia en directo.

2 comments:

  1. pues a mí me han entrado ganas de ver una expo de esas, fíjese. pero allí, que debe tener más gracia.
    aburrida la política dice... que es un sinvivir.

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  2. Pues sí, que raro que no se rompiera nada jaja.

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